domingo, 22 de enero de 2017

Hogar

Allá donde nos encontramos seguros, a gusto, en sintonía, es donde encontramos nuestro hogar. A donde huir, o encontrarse. Donde quedarse... A veces no es un espacio físico constituido por cuatro paredes, un suelo donde aposentarse y un techo que nos tape el cielo. A veces son personas. Personas que nos cobijan.
Tengo una espina clavada en la garganta y cada día que pasa se clava más. Quizá ese hogar que extraño ya estaba derruido mucho antes de que yo lo encontrase, mucho antes de que yo entrase y me quedase. Pero él me protegió de una forma u otra. Puede ser que lo extrañe por la forma precipitada en la que desapareció. Era mi ruinita, donde a veces estaba a gusto y otras sufría pero estaba ahí.
Ha pasado mucho tiempo ya y sigo cayéndome en esos ojos perdidos, recordando día tras día, noche tras noche... perdiéndome yo. No se con exactitud que es lo que anhelo, qué es lo que busco, lo que extraño, si no me aportaba nada bueno.
Supongo que cuando te crías en un lugar, y vuelves con el paso de los años y lo ves derruido, solitario y cambiado te absorbe la nostalgia, los recuerdos, no está como lo dejaste pero es en su esencia, todos los momentos que pasaste ahí... quizá ahora no te puede aportar ese cobijo pero antes sí y eso es lo que me mata. Solo necesito despedirme como me merezco, para poder así sacar la espina que no me deja respirar.

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