viernes, 23 de marzo de 2018

Llevo mal los espacios abiertos.
Llevo mal lo de sentirme sola.
Rodeada de tanta gente.
Llevo mal lo de no acurrucarme junto a nadie, lo de dormir sola. Lo de no compartir miedos ni sueños. Lo de mirarme al espejo y no ver a nadie. Lo de necesitar a alguien para sentirme completa.
No debería de necesitar a nadie, debería de formarme a mí como persona, a amarme, a no temer unos hombros descubiertos. Para así poder construirme y no a partir de las ruinas de otra gente.
Pero me vacío más en cada polvo sin sentimiento, en cada caricia sin ganas.
Soy demasiado intensa para dedicar mimos sin pasión. Demasiado dada a la otra persona, esperando recibir lo mismo a cambio.
Quizá es que no me atrevo a decirme Me quiero, quizá no estoy preparada para declararme, quizá le de el amor que no me atrevo a darme a mí a la otra persona para que actúe de reflejo.
No sé, solo sé que este bloque de hielo con espinas tiene dentro un incendio de sentimientos y pasiones que ni mil mares podrían apagar

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